La catedral es el lugar donde termina la peregrinación, viene a simbolizar, en primer lugar, la importancia
de una ciudad y una sede obispal en la que se encuentra situado el sepulcro de
uno de los doce apóstoles de Cristo. En este sentido, la propia planta de la
iglesia es imagen de la cruz de Cristo y, en consecuencia, representación en
pìedra de la idea de la cruxifixión y muerte de Jesús como base para la
salvación del mundo. Pero, por otro lado, la construcción simboliza a la
perfección el desarrollo del reino astur-leonés en un momento en el que el
espacio geográfico peninsular se encontraba fragmentado y en el que sobresalía
el mundo islámico representado por al-Andalus.
El sepulcro del apóstol Santiago fue redescubierto hacia el año 829,
de forma tal que sobre el mismo se edificó (reinando Alfonso II el Casto) un
primer templo, de reducidas dimensiones. Más tarde se levantaron allí otras dos
basílicas prerrománicas a las que finalmente acabó sustituyendo la catedral que
ahora podemos contemplar.
.
El hecho de disponer de la única tumba conservada de uno de los doce
primeros discípulos de Jesús (junto con la de San Pedro, en Roma), convirtió a
la antigua Iria Flavia en el centro de un creciente movimiento de
peregrinaciones que prontó alcanzó a toda la cristiandad europea, de la cual
Santiago de Compostela acabó convirtiéndose en uno de los principales centros
religiosos. Surgió así el Camino de Santiago, una ruta de peregrinación
que acababa precisamente aquí su recorrido. Los distintos ramales de esta vía
se unían tras cruzar los Pirineos, para recorrer a continuación todo el norte
peninsular y concluir en Compostela. De esta manera, el camino facilitó los
intercambios culturales entre las distintas zonas del continente y llevó más
allá de las fronteras de la península la fama de una ciudad y de una monarquía
(la astur-leonesa) que impulsó la devoción a las reliquias del apóstol. Sucedía
todo ello en una Europa ruralizada y feudal, pero que lentamente se iría
abriendo al desarrollo de las ciudades, del comercio y de las actividades
burguesas, siempre bajo la atenta mirada de la Iglesia cristiana como
controladora única de las conciencias.
El edificio, una de las mayores construcciones del estilo románico,
presenta a sus pies un nártex, en el que se sitúa el Pórtico de la
Gloria. En la construcción primitiva, en este espacio se situaban a cada lado
sendas torres de planta cuadrada.
El interior del templo se divides en tres naves. La central
posee un ancho de 10 metros y alcanza una altura de 22, cubriéndose con bóveda
de cañón. Las naves laterales, de menor altura y unos 5 metros de anchura lo
hacen con bóvedas de aristas. Sobre dichas naves laterales se alzan tribunas
que asoman a la nave central mediante arcos geminados. Sus vanos exteriores
proporcionan iluminación a la parte superior de la nave central, lo que
contrasta con la mayor penumbra de la zona inferior.
Las bóvedas se sostienen mediantes pilares compuestos que presentan
columnas adosadas, organizadas de forma tal que la columna que mira hacia la
nave central se eleva a lo largo de toda la altura de la misma, hasta alcanzar
el inicio del arco fajón correspondiente.
El transepto se organiza también en tres naves en cuyos extremos se
abren sendas portadas al exterior. Por otra parte, en uno de sus lados mayores
este transepto presenta cuatro absidiolos, dispuestos dos a cada lado de la
cabecera. Sobre el crucero se alza un cimborrio. En toda este enorme transepto
se alzan también tribunas sobre las naves laterales.
La cabecera de la catedral es de amplias dimensiones y dispone de
una girola con cinco capillas radiales en los absidiolos. De ellas, la central
presenta al interior forma absidada, mientras que al exterior se cierra con
testero plano.
Todo el espacio interior del templo está organizado de manera que los
fieles (tras concluir aquí su peregrinación hasta la tumba del apóstol
Santiago) pudiesen acceder a la catedral por la portada de los pies y
recorrerla hasta llegar a la girola, en cuyo espacio central se encuentra el
sepulcro del citado apóstol. Todo este camino interior del edificio
permite que puedan desarrollarse sin interferencias las ceremonias religiosas.
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